Así la llamaban. Dicen que cuando se subía a un escenario lo revolucionaba todo con su cariz envolvente y sensual. Y no es para menos.

Muchos la conocerán. Otros -quizás más jóvenes- puede que no. Pero, sin duda, merece ser recordada. Por su voz. Por su talante pizpireto y abierto. Por sus sugerentes bailes. Por su determinación en la lucha por los derechos de los negros.

Freda Josephine McDonald, que era su verdadero nombre, adoptó el apellido de Baker de su segundo marido. Desde que era muy jovencita tuvo que ayudar a su familia, que no se encontraba en una situación económica favorable. Nunca dependió de sus maridos. Y tuvo unos cuantos…Sin embargo, los fracasos sentimentales no amilanaron la fuerza y la gracia de esta radiante modelo, actriz, bailarina y cantante.

“J´ai deux amours” seguramente es su canción más internacionalmente conocida. Cuando la escuchen, sabrán de su sonido añejo, de tiempos pasados, con la atmósfera de una Francia cabaretera y juguetona. Pero no es sólo su voz. Es -también- lo que de sugerido hay en ella. Es una música para perderse un poco y olvidarse del desenfreno que rige nuestras vidas. En ella se descansa y el alma recuerda cigarros entre camerinos.

Fue enterrada con honores militares. Desde aquí desenterramos su música para rendirle un pequeño homenaje a esta -dicen, también- diosa de ébano.

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